domingo, septiembre 14, 2008

Despedidas frustradas

El viernes pasado una querida amiga se fue de la ciudad, empezaba su sabático previo al comienzo de su posgrado, yo tenía la intención de llevarla a la estación pero responsabilidades adquiridas con antelación no me lo permitía, así que yo le prometí llegar antes de su partida.

El lugar indicado era la estación de autobuses de Churubusco, a eso de las 9 por fin me puedo escapar de lo que estaba haciendo, abro la puerta de la oficina, en el centro de la ciudad, y un diluvio me recibe con palmo de narices, agarro valor y empiezo a correr hasta el automóvil, estacionado a eso de 3 calles, ya en el mueble tomo una vía rápida con rumbo al Centro de Negocios, atrás del mismo se encontraba la estación, el agua superaba la banqueta así que el paso del auto se veía frenado de manera involuntaria, aumento la velocidad (para ese efecto utilicé un par de remos que guardaba en la cajuela jeje), a las 9 y 10 llego a la estación, aparco en el único lugar libre del estacionamiento (al irme me enteré que era el de discapacitados ups!!) camino hacia los módulos de las distintas compañías y sin señales del autobús, ni de ella, iba a marcar su cel pero caí en cuenta que lo perdió (a bonita hora me acuerdo).

Cruzando la calle estaba otra estación, iba a cruzar la calle pero el agua y los cafres domésticos me hicieron desistir, por lo que busqué el puente más cercano (en Constitución) lo cruzo corriendo a todo lo que da con una bolsa plástica bajo el brazo, llego al otro lado y tampoco veo señales del bus, ya eran para ese momento las 9:25, entonces solo me pasa por la cabeza "o marieta ya se fue, o le he fallado feamente de estación" jeje

Algo frustrado y con el enojo a cuestas tomo camino hacia el coche, alguien me suena una mentada de ocasión por estacionarme donde no debo (me la merecía), saco la bolsa del regazo y la pongo en el asiento de copiloto y parto a casa.

En la bolsa cargaba un libro que leí recientemente y me gustó mucho, quería dárselo para el viaje, se llama Norwegian woods (aunque los genios de tusquets tradujeron como Tokio Blues) del autor japonés Haruki Murakami, tendré que ir a llevárselo hasta su casa.

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