miércoles, abril 19, 2006

¿Qué nos pasó?

Como nacido en esta tierra, siempre he sido una persona orgullosa de la historia, así como de los procesos por los que ha atravesado Monterrey, reconozco mi tierra como cuna de gente visionaria en el sistema empresarial y de trabajadores incansables que crecieron y evolucionaron juntos, producto de esa alianza del sector patronal con el obrero (antítesis de la dialéctica materialista), desarrollaron un tren de vida envidiable en esta estepa norestense.

Orgullo que me impregna aunque tenga, como en todo, algunas discrepacias con el tono conservador y a veces exclusionista que ha tomado, es por ello que me causó gran malestar la reacción que como sociedad tuvimos ante el reciente crimen en la Colonia Cumbres de la ciudad de Monterrey donde un joven, en un ataque psicótico, intenta matar a su exnovia, acabando con la vida de los hermanos menores de la misma.

Es un crimen que afectó en muchas maneras a nuestra ciudad, tanto por el carácter infanticida y múltiple del mismo, a lo cual no está acostumbrada esta ciudad, como por el estrato social donde se llevó a cabo (medio-alto, alto) lo cual causó un sentido de cercanía con el resto de la abundante clase media regiomontana.

Un sentimiento de linchamiento hacia el ejecutor se sintió por toda la ciudad, pero la hábil abogada del asesino, de historial muy cuestionable, mediante una campaña de difamación, con las facilidades que una herramienta como el internet le da, intentó cambiar los roles asesino-víctima, con la ayuda claro de los medios de comunicación, filtrando versiones contrarias a las alcanzadas por los péritos donde ponía a su exnovia, a la que acuchilló, como victimaria y asegurando la existencia de relaciones sentimentales con la madre de la misma, una astróloga que trabaja para un canal televisivo regional.

Esto no sería mayor problema si no fuera que mucha gente empezó a creer estas versiones y empezó a erigirse en censor de la moralidad de la familia olvidando el tema central que es la tragedia de haber perdido a 2 hijos de esta señora, y cambiando de lugar a las víctimas para convertirlas en victimarios al punto de enarbolar como una bandera de injusticia el proceso contra el novel criminal.

¿Qué nos pasó, Cómo fue que caímos en este juego? ¿Quién nos da el derecho de hacer juicios morales de los demás? ¿Quiénes somos?

Levántate y vota

No deseo hacer propaganda entre ustedes sobre un candidato en particular, ni voy a decir por quien voy a votar aunque los que me conocen saben de mi pertenencia y trabajo a favor de uno de los institutos políticos de mi país.

Es mi preocupación, mi real preocupación, el poco interés que tiene, entre la gente de mi edad, las elecciones de este año, sumidos en el torpe argumento de lo futil de la participación al no encontrar beneficio en alguna de las postulaciones con posibilidades de ganar, y no coincido.

Candidatos los puede haber en mayor o menor medida preparados, en mayor o menor medida comprometidos con una política de estado o con mayor o menor credibilidad, pero estas personas a final de cuenta van a tener acceso a una silla desde la cual habrán de incidir de manera clara y directa en tu calidad de vida en tus perspectivas de crecimiento y en la posibilidad de acceder a un futuro.

Es por eso que es mi deseo que escuche, que lean, que analicen, la propuesta de quienes quieren alcanzar la posición ejecutiva de este país, comparen equipos, comparen viabilidades de sus proyectos, no puede ser que caigamos de nuevo bajo el canto de las sirenas del desarrollo sin costo o indoloro, no se puede creer en aquel que franca burla te ofrezca la piedra filosofal, ni se puede creer en quien a cualquier costa desee acceder al poder.

Debemos ver por encima de la guerra sucia de las campañas, debemos hacer a un lado los prejuicios que nos heredaron nuestros abuelos producto de realidades nacionales incompatibles, debemos desconfiar de quienes se autocalifican de impecables y diamantinos, y que se hagan a la idea compañeros de la grandeza que esta patria les demanda.