Son las 7 de la mañana, el despertador deja oír su repetitivo e intolerante sonido de batalla su férrea expresión de “no hay mañana, no hay mañana”, su burlona motivación por molestar.
Me levanto a regañadientes, con torpe andar me dirijo a darme un regaderazo, a pesar de ello sigo sin coordinar mi pensamiento, es la falta de costumbre, la actividad diurna ha sido mi eterna Némesis, mi calculado y no por eso mejor manejado flagelo en manos de las aguerridas horas.
Un café de grano (Chiapanese) y una tostada con jalea me reaniman y me arman para enfrentar la batalla diaria por el derecho a respirar, por arrebatar el sustento diario de un mundo en llamas y en manos del explotador dueño de los medios de producción.
Suspiro y tomo el camino no sin antes clamar que hoy, por lo menos hoy no seré vencido.
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desde regias tierras, el Chema
Epílogo
Hace 13 años.
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