Ya se que inicio inicio lo que se dice inicio no es, pero entre la violencia, la crisis, los nuevos impuestos, no hemos tenido tregua en el diario andar por la vida.
Al mismo tiempo estamos viviendo una crisis humanitaria en el caribe, en la isla de Saint Domingue, la cual comparten República Dominicana y Haiti, Puerto Príncipe, la capital de Haití, el país más pobre de este lado del planeta, y vaya que existe competencia en ese rubro, sufrió un terrible terremoto que destruyó la ciudad, trono toda la infraestructura, dejó una cantidad de muertos terrible (hay cifras que hablan de más de 150,000), el gobierno del país hizo implosión ante la imposibilidad de dar la cara ante la tragedia.
A nivel continente el asunto haitiano se volvió una prueba de respuesta ante tragedias de estas magnitudes, todos los gobiernos han estado mandando ayuda médica, de gente especializada en rescate, alimentos, básicos, etc. buscando sacar enseñanza para lo que podría venir.
Todos los países del Caribe toman nota pues no están acostumbrados la mayoría a tratar con terremotos, cuando su tragedia anual pasa por la temporada de huracanes, y la infraestructura de ninguno de estos países está preparada para soportar los movimientos telúricos.
También queda un precedente peligroso, ante la incapacidad del gobierno el ejercito norteamericano tomó control de las calles, no la ONU, no un esfuerzo multinacional, bajo que argumento jurídico se logran esas atribuciones, incluso en el ambiente de emergencia existente, esto pasó en Haití, pero que tal si pasa en lugares en claro enfrentamiento con norteamérica.
Total, lo que nos queda hoy en día es apoyar en el marco de nuestras posibilidades a las labores de recuperación haitiana, pero no olvidar que nuestro país sufre su propia tragedia personal, la vive en el día a día, y que la generosidad que mostramos al exterior a ver si nos nace mostrarla de vez en cuando con nuestros connacionales.
Epílogo
Hace 13 años.