En uno de sus movimientos climáticos de costumbre en Monterrey hemos estado toda la semana padeciendo un fresco considerable, gripes, influenzas y uno que otro virus aventurero se ve con normalidad en las infectas calles de la ciudad combinando con los cielos grises que nos acompañan desde hace un par de años con el aumento del parque vehícular.
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Huyendo del ajetreo y del terrible costumbrismo que me devora en el ocio me marcho a la periferia a pasar el fin de semana en un convebio en tierras de la zona citrícola, entre naranjos pelones, vacas famélicas, caballos pendencieros, chivos locos y gallinas antropófagas.
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Escenario perfecto para olvidarse de todo, de los problemas, de las deudas, de la sucesión presidencial y hasta del problema entre Niurka y Juan Osorio, etc.
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Llego domingo en la noche a mi casa tengo compromisos de índole familiar que debo cumplir y volvemos a rutinas, ataduras y responsabilidades.
Epílogo
Hace 13 años.
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