Como lo habían previsto las encuestas previas, el día de ayer en Estados Unidos se hizo historia al elegirse a un hombre de color como presidente de su nación.
Causa alegría, se ha cruzado la última frontera para los afroamericanos, han tocado esa posición que les había sido vedada en la historia de su país, veía en la televisión los festejos en Chicago a los jóvenes, esos que no votan, esos a los que no les importaba el mundo, esos que no esperaban nada del mañana. Veía en una esquina al Reverendo Jesse Jackson, uno de los principales activistas de los derechos civiles de norteamérica, hecho un mar de lágrimas, porque paso dado es terreno ganado.
Causa alivio, porque se viene un descanso de al menos 4 años del Partido Republicano en Washington, W. hizo tanto daño a su partido, a su país, a la humanidad entera, no le agradaría a lado de quienes aparecerá su nombre al referirse a su época del terror.
Falta esperar, en la esperanza de que Barack Hussein Obama, presidente electo de los Estados Unidos, esté a la altura de las expectativas generadas, y no les pase lo que a nosotros con nuestro "presidente del cambio"
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