El día domingo, la Asamblea Nacional de Cuba eligió a Raúl Castro como sucesor de Fidel Castro, su hermano, en la presidencia de Cuba, puesto que desempeñaba de manera interina desde hace casi un año cuando Fidel tuvo que retirarse por una emergencia médica.
Raúl pese a no contar con el carisma, el arrastre y facilidad discursiva de su hermano es un personaje complejo dentro del entramado cubano, socialista convencido, en su momento uno de los más ortodoxos, y hoy uno de los mas cercanos y abiertos a las reformas del sistema a partir de experiencias como la china y vietnamita, y un elemento conocido desde la eficiencia de los órganos a su mando, al controlar, desde el ejército, muchos de los sectores productivos y el mismo sector turístico cubano.
La hija de Raúl, Mariela Castro, es una de las principales activistas en la defensa de los derechos a la diversidad sexual en la isla desde el Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX), ha combatido desde esa trinchera el machismo imperante en la sociedad cubana, y ha buscado un cambio integral en la educación de la población.
No niego que puse en las apuestas a Lage y a Pérez Roque, por quienes tengo simpatía desde su papel tanto en las reformas económicas de la isla como en la cancillería, y quienes representan a la generación intermedia del régimen revolucionario, pero Raúl es una excelente decisión de la Asamblea Nacional.
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