Hoy en día, cuando se está discutiendo las características de las futuras reformas estructurales de México, uno no deja de pensar en lo fútil de ese esfuerzo, pantomima política, ya que se abocan en lo superficial y todavía tienen el cinismo de llamar a esto las reformas profundas.
Por un lado tenemos la “multimentada” reforma fiscal donde dicen encontrar la fórmula mágica para acabar con el estancamiento, que hemos tenido en los últimos tiempos “azules”, en el aumento de las tasas y en el terrorismo fiscal pero no se han llevado a cabo las acciones necesarias para aumentar la base de contribuyentes.
Por otro lado se habla de la reforma del estado la cual es otra mentira pues a ningún partido realmente le interesa cambiar el sistema político, ni el manejo de partidos ni las estructuras gubernamentales, tenemos un estado poderoso sobre el que orbitan todos los aspectos, positivos y negativos, de la vida nacional, ya que se basa en el beneficio de selectos clanes que rotan sus posiciones de poder entre ellos.
Entiéndanlo, México es pobre y desigual por corrupto, por que sus instituciones están hechas a la medida de los dueños del poder, no de los ciudadanos, porque no distinguimos criminales de policías (por no decir que son lo mismo), y nuestro poder judicial en su conjunto es la cosa más sucia y vendida de lo que se podría tener razón.
Douglas C.North, economista, dijo alguna vez que es a partir de la creación de las instituciones donde se provoca el crecimiento, ya que “las instituciones son incentivos para crear una estructura productiva…Nosotros sabemos que si se tienen establecidas unas estructuras fuertes de derechos de propiedad, sistemas legales que posibiliten las transacciones y eliminen los altos costos de obtener la información y otras instituciones,se producirá el resultado anhelado del crecimiento económico.”
Así que es una estupidez creer que con reformas cosméticas podemos encarrilar de nuevo el país, llegamos tarde a la ola de la refundación de las instituciones, se necesita sacar de raíz el mal. Necesitamos valor y fuerte presión de la sociedad civil, ya que de la política hace tiempo que no podemos esperar nada.
Epílogo
Hace 13 años.
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